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Convención Internacional

Comienza la segunda etapa

«Te recuerdo que reavives el don de Dios que recibiste».

Del 30 de mayo al 3 de junio se han dado cita en Roma 64 miembros laicos del Regnum Christi elegidos en las convenciones territoriales y 16 representantes de los legionarios de Cristo, laicos consagrados y consagradas del Regnum Christi para celebrar la Convención internacional de laicos del Regnum Christi. Los trabajos concluyeron con la celebración eucarística de la Solemnidad del Sagrado Corazón en el Centro de Estudios Superiores de los Legionarios de Cristo en Roma.

El día de hoy el Director general, P. Eduardo Robles-Gil, ha enviado una carta a todos los miembros del Movimiento para participarles de las experiencias vividas, los consensos a los que se ha llegado y el camino que tienen por delante para llegar a una configuración canónica de todo el Movimiento Regnum Christi.

El texto de la carta se ofrece a continuación:


¡Venga tu Reino!

Prot. DG-RC 101-2016
Clas. II.1.2

Roma, 4 de junio de 2016
Memoria del Inmaculado Corazón de María

A los miembros y amigos del Regnum Christi

Muy estimados en Cristo:

    El día de ayer, solemnidad del Sagrado Corazón, hemos concluido nuestro año jubilar por el 75º aniversario de nuestra fundación y también hemos clausurado la Convención internacional de los miembros laicos del Regnum Christi. Ambos han sido momentos especiales de gracia para descubrir la mano de Dios actuando en nuestras vidas y en la de nuestra familia espiritual, y también para agradecerle su misericordia infinita que nos permite caminar con esperanza.

    Del 30 de mayo al 3 de junio, 64 delegados laicos elegidos por las convenciones territoriales y 16 participantes de las ramas consagradas del Movimiento nos hemos dado cita en Roma para celebrar la Convención Internacional. Ha sido un paso más en el proceso de renovación del Movimiento, que está encaminado a profundizar nuestro carisma, renovar el ardor por la misión y a llegar a una configuración canónica adecuada. Contamos también con la presencia del P. Gianfranco Ghirlanda, S.J., Asistente pontificio. Mons. José Rodríguez Carballo, Secretario de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica presidió la Eucaristía el martes 31 de mayo. El miércoles, 1 de junio, nos acompañó en la misa el Card. Velasio De Paolis. Además, participamos en la audiencia general con el Santo Padre en la Plaza de San Pedro ese mismo día.

Con esta carta quiero compartirles algo de lo que hemos vivido y los resultados más relevantes de esta convención, y exponerles de manera sucinta los pasos que tendremos que dar en los próximos meses.

  1. «Te recuerdo que reavives el don de Dios que recibiste» (2Tm 1,6)

La liturgia nos propuso esta lectura el miércoles, y creo que esta cita pone un marco muy adecuado para describir el espíritu con el que abordamos los trabajos de estos días.

Partimos del documento de trabajo preparado por la Comisión central, fruto de las aportaciones de las convenciones territoriales. Trabajamos en sesiones plenarias y también en grupos más reducidos, compuestos por miembros de diferentes edades, países de origen y experiencias, buscando así discernir y escuchar la voz del Espíritu Santo.

En las sesiones y fuera de ellas, hemos hablado mucho e intercambiado nuestras opiniones, a veces con gran pasión, fruto del amor y aprecio por lo propio. A la vez, hemos podido escuchar puntos de vista distintos y confirmar que la diversidad no sólo no es una amenaza para la unidad del Movimiento, sino que puede ser expresión de la riqueza y capacidad de adaptarnos a las diferentes realidades culturales y eclesiales.

Ha resonado con fuerza en nuestros corazones y se han confirmado una vez más los elementos esenciales de nuestro patrimonio espiritual (cf. Código de Derecho Canónico, can. 578), común a todas las vocaciones que conforman el Movimiento. Se han considerado también las particularidades que son propias de la identidad y misión de los laicos, y que han quedado expresadas de la siguiente manera: «Los miembros laicos del Movimiento son fieles que acogen personalmente una vocación divina a vivir su compromiso bautismal en medio de las realidades temporales según el carisma del Regnum Christi».

Entre las facetas esenciales de nuestro patrimonio espiritual, han destacado el cristocentrismo, la misión de formar apóstoles y ayudarles a desarrollar su liderazgo personal para ponerlo a servicio del Reino en el estado de vida al que el Señor los llama. Hemos experimentado nuevamente el amor a la Iglesia, al vicario de Cristo y nuestra adhesión a los obispos como sucesores de los apóstoles, y nos hemos dejado interpelar por el amor de Cristo que ha venido a traer fuego a la tierra y desea que ya esté ardiendo (Lc 12, 49).

Hemos recordado una vez más que una vocación funda nuestra pertenencia al Regnum Christi: se trata de una respuesta desde la libertad y el amor a una invitación personal que nos hace Cristo a vivir el Evangelio con algunos matices concretos para bien de su Reino y de la sociedad. Se ha subrayado la necesidad de seguir profundizando en la vida espiritual, entendida como el desarrollo progresivo de la Trinidad en cada persona, que la lleva a configurarse con Cristo, dando siempre la primacía a la gracia y concibiendo el apostolado y el esfuerzo por practicar las virtudes como una respuesta a la iniciativa divina.

También hemos visto la necesidad de dar pautas para ofrecer una formación integral a los miembros del Movimiento y a las personas que se benefician de nuestras obras de apostolado o participan en ellas. Es evidente que los Estatutos no son el lugar para trazar todo un plan de formación y que el plan tendrá que adaptarse a las realidades de la Iglesia local y de las culturas, pero sí parece necesario ofrecer unas orientaciones generales que ayuden a la formación de los miembros.

Otro elemento que hemos podido reconocer con gratitud, es el sentido de pertenencia a una única familia espiritual en la que se puede vivir un mismo carisma según diversas vocaciones. Los laicos del Regnum Christi han afirmado su deseo de vivir en comunión con los Legionarios, las consagradas y los laicos consagrados. Todos hemos confirmado que participamos de una misión común en la que cada uno está llamado a aportar lo que le es propio.

La casi totalidad de los miembros laicos han confirmado su preferencia, ya expresada en todas las convenciones territoriales, por no constituir una asociación exclusiva para ellos, sino de vincularse individualmente al Movimiento en su conjunto. Igualmente, hay una clara voluntad de participar en la dirección del Movimiento, según establezca el futuro Estatuto, y de participar en las decisiones que afectan a la misión común.

Los delegados han expresado su convicción de que debemos superar la fragmentación de la actividad apostólica a nivel local. Es necesario alcanzar una mayor integración del trabajo evangelizador que sea resultado de la comunión en la misión en la localidad.

Hemos conversado y expresado convicciones y experiencias sobre nuestro apostolado de formación del liderazgo en las personas y la necesidad de continuar profundizando en ello, purificándolo de cuanto sea necesario y conservando lo que es evangélico. Algo similar se podría aplicar a otros conceptos como la eficacia, que no puede ser fruto de técnicas o estrategias, sino de prestarse con docilidad a la acción del Espíritu, poniendo en juego toda nuestra persona, con sus talentos y también sus límites. Hemos confirmado la necesidad de no caer en categorías mundanas, que no reflejan la lógica del Reino anunciado por Cristo.

Hubo también tensiones y discusiones sobre algunos temas –a veces importantes– en los que no hemos llegado a consensos, pero en los que dimos pasos significativos. Por ejemplo, los delegados han reconocido la existencia de dos tipos de miembros laicos, que hasta ahora hemos llamado de primero y segundo grado. Consideran que es necesario encontrar una nomenclatura que exprese mejor su identidad y ven conveniente que figure en el texto estatutario. Sin embargo, han pedido a la Comisión Central que busque una formulación que logre expresar adecuadamente estas dos modalidades de membresía teniendo en cuenta lo recogido en las actas. Respecto a otros temas, las diferencias han sido más cuestión de terminología. En unos y otros casos aceptamos y acogemos la tensión y conflicto que puede haber, sabiendo que la unidad es mucho mayor que esas diferencias. Hará falta seguir orando y dialogando sobre estos puntos para encontrar lo que Dios nos pide.

Los delegados han mostrado su acuerdo en la necesidad de profundizar en la historia del Movimiento, con sus luces y sombras, para poder mirar el pasado con gratitud, gustar más profundamente la misericordia de Dios, aprender de los errores del pasado para evitarlos en el futuro y descubrir lo que el Señor quiere decirnos hoy a través de esos hechos. La idea de renovación quedaría incompleta si faltara hacer memoria, condición indispensable para mantener y desarrollar nuestra identidad y misión en la Iglesia.

En general, podemos decir que ha brillado un espíritu de comunión y fraternidad. No teníamos del todo claro cómo iban a salir las cosas, pero confiábamos en la acción del Espíritu Santo. El ambiente de confianza y de familia han permitido expresarnos con libertad y parresia, a la vez que nos ha ayudado a trascender de las experiencias personales para descubrir lo que es esencial al don que hemos recibido de Dios y que no estamos inventando nosotros, sino descubriendo y acogiendo con nueva ilusión.

  1. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, sino toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios (2Tim 1, 8)

Con la convención internacional, los miembros laicos del Regnum Christi han expresado su parecer sobre lo que es propio de su vocación y sobre lo que es común a todo el Movimiento. El resultado de las votaciones se podrá consultar próximamente en el sitio web de la convención internacional, por si alguien lo quiere conocer con más detalle.

Durante los próximos meses, la Comisión para la revisión del estatuto trabajará con el P. Gianfranco Ghirlanda para elaborar una propuesta de configuración canónica para todo el Regnum Christi. Se basarán en el discernimiento hecho por los laicos del Movimiento durante la Convención internacional, en las aportaciones del Capítulo general de la Legión de Cristo y de las Asambleas generales de los miembros consagrados. El trabajo se verá enriquecido por las lecciones aprendidas en la implementación del Marco provisional para la colaboración. El fruto final de su trabajo será ya el borrador completo del Estatuto general del Regnum Christi.

Según está explicado en el proceso propuesto por la Comisión Central, una vez que esté preparado el borrador de los nuevos Estatutos, se pedirá a los legionarios, laicos consagrados, consagradas y laicos que lo revisen antes de presentarlos a la Santa Sede. La modalidad para hacer esto aún no se ha definido, pero es previsible que será bajo un esquema de representación.

Más allá de estos elementos jurídicos, que son importantes, nos toca ahora sumarnos «a los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios», a compartir la alegría de pertenecer a esta familia en la Iglesia, de sabernos amados y queridos por Dios, y de haber recibido la oportunidad tan grande de renovarnos y purificarnos para ofrecer un servicio más evangélico a los demás.

Confío en que las gracias que Dios ha sembrado en nuestros corazones en este período, y que hay que repartir a manos llenas en nuestras secciones, obras de apostolado, equipos y familias, tendrán que dar fruto a su debido tiempo. Sabiendo esto, escuchemos una vez más la voz de Cristo que nos invita a seguirlo y a ser sus apóstoles incansables, a tomar la cruz e ir al mundo entero a predicar su Reino de amor y justicia, de misericordia, reconciliación y paz.

Por eso les digo a todos y me digo a mí mismo: ¡Adelante! ¡Es tiempo de caminar! Que no nos paralice lo nuevo y lo imprevisto. El camino es largo y superior a nuestras fuerzas (cf. 1Re 19,7). Continuemos seguros de que no vamos solos: Jesús nos acompaña con la fuerza de su Espíritu, con la bondad y misericordia de su Corazón que todo perdona y con la pasión de amor por los hombres y por que su Padre sea amado por todos.

Pido a todos una oración por los delegados y participantes de la convención internacional, y también por el equipo de secretaría que nos han ayudado a hacer posible este esfuerzo. Agradecemos muchísimo a todas las personas que nos han apoyado con su oración en estos días. Que la Virgen María bendiga sus familias, comunidades y equipos.

Su hermano en Cristo y el Movimiento,

P. Eduardo Robles-Gil, L.C.