Regnum Christi Internacional

Jueves 20 de enero de 2022 – «Ama a Dios por lo que representa en tu vida, no por lo que puedas sólo recibir de Él»

Óscar Rendón, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, me pongo en tu presencia y pongo mi alma en tus manos, para que me guíes, me instruyas con tu palabra, me ayudes a amarte por ser la Persona que llena mi existencia y que le da sentido a mi vida.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Que bien se siente cuando todo marcha bien en nuestras vidas, cuando sentimos que “somos invencibles”, que nada nos puede detener y nos sentimos seguros, y eso está muy bien, pero hoy quiero comentar un aspecto, un punto que es muy común en el ser humano. Cuando estamos en ese momento de nuestras vidas, muchas veces tendemos a poner toda la confianza en nosotros mismos, en lo que podamos alcanzar por nuestros propios medios y nos olvidamos un poco de Dios.

Ustedes se preguntarán, qué tiene de relación esta pequeña introducción con el evangelio de este día, pues les invito a que miremos la parte que dice: “Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente…”. Analicemos por un momento esta línea y pensemos en todas las posibilidades que caben allí, es decir, qué tipo de personas eran las que acudían:

  1. Podemos encontrar las que creían y confiaban completamente en Jesús.
  2. También podemos encontrar los curiosos, los que están allí esperando a ver qué puede suceder.
  3. Es posible encontrar los que no creían.
  4. Seguramente también están los desesperados, los que llegan a Él esperando una solución a sus problemas, esas personas que acuden a Él por lo que podrían obtener.

El objetivo no es juzgar, ya lo dijo Cristo: “no he venido a llamar justos, sino a pecadores”, pero algo que como cristianos comprometidos debemos hacer es permanecer en Cristo, en los momentos no tan agradables de nuestras vidas (donde casi siempre es más fácil pedir su ayuda), pero, sobre todo, en esos momentos donde todo va bien, es ahí donde más unido y agradecido con Dios debemos estar. Con qué tipo de persona me puedo identificar o qué tipo de persona quiero ser, los invito a que no nos apartemos de Dios, los invito a seguirlo en todo momento.

«Novedad de Dios, tribulaciones en la vida, firmes en el Señor. Queridos amigos, abramos de par en par la puerta de nuestra vida a la novedad de Dios que nos concede el Espíritu Santo, para que nos transforme, nos fortalezca en la tribulación, refuerce nuestra unión con el Señor, nuestro permanecer firmes en Él: ésta es una alegría auténtica». (S.S. Francisco, Homilía del 28 de abril de 2013).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Jesús, en este corto diálogo contigo, dame la gracia de entenderte, envía tu Espíritu Santo para que, a través de Él, me pueda configurar cada vez más contigo.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy te invito a ofrecer este día por las personas que sufren y están desamparadas.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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