Regnum Christi Internacional

Lunes 9 de mayo de 2022 – Las ovejas reconocen su voz

David Mauricio Sánchez Mejía, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, porque has querido que forme parte de tu rebaño, porque me guías como buen pastor y con tu voz me conduces y diriges en los momentos de peligro. Ayúdame a ser un discípulo dócil y atento a todo aquello que me quieras decir.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús se presenta no sólo como Camino, Verdad y Vida, sino también como Pastor. Un buen pastor se interesa por su rebaño y está dispuesto a hacer lo que sea por él en los momentos de peligro. Cristo es más que un pastor que cuida y protege un rebaño por la ganancia que puede sacar de él. Es más, si le diéramos todo nuestro amor, no le daríamos gran cosa en comparación con su sacrificio de amor. Aun así, Él muere para redimirnos por nuestros pecados, dejándose clavar en la cruz, sin reservas sin medidas.

El buen Pastor nos invita a que confiemos en Él, pues conoce quienes somos, con nombre y apellido, con nuestras fortalezas y debilidades, y nos invita a que aprendamos a reconocer su voz para evitar ser engañados por las muchas voces que intentan confundirnos.

A veces dejamos que sean los demás quienes juzguen si estamos bien o estamos mal, si somos exitosos o somos fracasados, si estamos siguiendo el camino correcto o nos hemos alejado de él hace mucho tiempo, sin darnos cuenta que es la opinión y la voz de Dios las que realmente cuentan. Como dice Tomás de Kempis: «No eres más porque te alaben, ni menos porque te critiquen; lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más». Preocupémonos por aprender a escuchar, en la oración, la voz de Dios que guía como buen pastor nuestras vidas.

«Esa oveja descarriada el pastor la conocía muy bien, no se había perdido, conocía bien el camino: se había perdido porque tenía el corazón descarriado, tenía el corazón enfermo. Estaba obcecada por algo interiormente y, movida por esa disociación interior, huyó a la oscuridad para desahogarse. No era una chiquillada lo que ella hizo… Escapó: una fuga precisamente para alejarse del Señor, para saciar esa tiniebla interior que la conducía a vivir una doble vida, a estar en el grey y a escapar de la tiniebla, en la tiniebla misma. El Señor conoce estas cosas y Él sale a buscarla».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Voy a dedicar diez minutos antes de acostarme para examinar si he buscado hacer la voluntad de Dios durante el día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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