Regnum Christi Internacional

Martes 20 de diciembre de 2022 – «Para Dios nada hay imposible»

David Mauricio Sánchez Mejía, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por darme un día más de vida. Dame la gracia para descubrir aquello que pides de mí y la fortaleza para decir, como María, “sí” a todo lo que me pides.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde Ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, Ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”. María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?”.  El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Faltan cuatro días para Nochebuena, la noche que celebramos el regalo de Dios que se hace hombre. Dios que se hace niño para salvarnos de nuestros pecados. Lo hace porque realmente se preocupa por nosotros, y para Él no es indiferente si elegimos ser felices eternamente con Él o nos amargamos eternamente al rechazarlo.

Dios interviene en la historia del hombre y también quiere intervenir en nuestra vida, pero no nos va a forzar a aceptarlo. Dios es extremadamente respetuoso de nuestra libertad. No quiere que respondamos como robots que están programados a responder a su amor. No, Él nos quiere libres y conscientes de que lo estamos buscando, de que lo necesitamos, y quiere que, libres y conscientes, seamos nosotros los que lo elijamos a Él, puesto que Él nos ha amado primero.

El sí de María muestra qué es lo que puede lograr Dios con una donación y entrega total a su amor. Es el sí de María lo que permite a Dios hacerse hombre. En definitiva, es el sí de María lo que permite a Dios llevar a cabo la redención que tanto quería realizar.

No, no siempre fue fácil para María; el ver morir a su hijo no fue ningún juego, pero ella sabía que sólo en el abandono total a Dios podía encontrar la plenitud que todos buscamos. Y a ti, ¿qué te impide abandonarte en las manos de Dios?

«La Virgen se revela colaboradora perfecta del proyecto de Dios, y se revela también discípula de su Hijo, en el Magnificat podrá proclamar que “exaltó a los humildes”, porque con esta respuesta suya humilde y generosa ha obtenido la alegría altísima, y también una gloria altísima. Mientras admiramos a nuestra Madre por su respuesta a la llamada y a la misión de Dios, le pedimos a Ella que nos ayude a cada uno de nosotros a acoger el proyecto de Dios en nuestra vida, con humildad sincera y generosidad valiente».
(Homilía de S.S. Francisco, de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En algún momento del día me detendré en una iglesia y le pediré al Señor que me dé la gracia de experimentar su amor y amistad.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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