Regnum Christi Internacional

Miércoles 4 de noviembre de 2020 – Te conoce y aun así te ama.

Evangelio se haga vida

San Carlos Borromeo, obispo

H. Pedro Cadena, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, aquí estoy para Ti. Gracias por estar aquí para mí. Tú me conoces, sabes quién soy. Te necesito. Sin Ti, la vida no es lo mismo. Ayúdame a abrirme hoy a Ti. Que te deje tocarme el corazón y darme nueva vida. Ven y habita dentro de mí. María, acompáñame en este tiempo de oración.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:

“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’.

¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.

Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Entremos en el Evangelio. Caminas con una multitud. Podría ser una marcha política. O fans que se dirigen al concierto de su estrella. Pero no es eso. Tú y los que caminan junto a ti están siguiendo a Jesús, que camina algunos metros delante de ti. ¿Quieres estar más cerca de Él? ¿O prefieres mantener tu distancia? Puedes platicar con Jesús o con María sobre esto.

De pronto, Jesús se detiene. Tú también. Jesús se gira hacia ti. Sus ojos encuentran a los tuyos. ¿Cuál es tu reacción? ¿Qué sientes? Puedes detenerte y hablar con Jesús sobre esto.

A continuación, escucha sus palabras: “Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre…” ¿Cómo reaccionas? ¿Por qué? Cuéntale a Jesús. Él te ama y te mira con ternura. Te conoce y aun así te ama. Cuéntale todo.

 

 

«La Palabra de Dios que hemos escuchado nos invita a reanudar el camino y a atrevernos a dar ese salto cualitativo y adoptar esta sabiduría del desprendimiento personal como la base para la justicia y para la vida de cada uno de nosotros: porque juntos podemos darle batalla a todas esas idolatrías que llevan a poner el centro de nuestra atención en las seguridades engañosas del poder, de la carrera y del dinero y en la búsqueda patológica de glorias humanas. Las exigencias que indica Jesús dejan de ser pesantes cuando comenzamos a gustar la alegría de la vida nueva que él mismo nos propone: la alegría que nace de saber que Él es el primero en salir a buscarnos al cruce de caminos, también cuando estábamos perdidos como aquella oveja o ese hijo pródigo. Que este humilde realismo —es un realismo, un realismo cristiano— nos impulse a asumir grandes desafíos, y os dé las ganas de hacer de vuestro bello país un lugar donde el Evangelio se haga vida, y la vida sea para mayor gloria de Dios.»

(Homilía de S.S. Francisco, 8 de septiembre de 2019).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Jesús, ¿qué pasó en este tiempo de oración? Lo pongo en tus manos. ¿Qué me acercó a Ti? ¿Qué me alejó de Ti? Lo pongo todo en tus manos. ¿Surgió en mí algún deseo o algún rechazo?  Los pongo en tus manos, Jesús. Soy tuyo así como soy ahora. Recíbeme en tus brazos misericordiosos. María, esposa del Espíritu Santo, ruega por mí. Haz que escuche y siga hoy la voz de Dios.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a dedicar 5 minutos a sentarme en un lugar tranquilo y dejar que Jesús me mire.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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