Regnum Christi Internacional

Sábado 1 de agosto de 2020 – ¿Qué eliges?

en las Bienaventuranzas se enfatiza que el camino es el de la humildad

San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia

H. Pedro Cadena, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

 

Señor Jesús, aquí estoy para estar contigo un momento. Creo en Ti, pero aumenta mi fe. Confío en Ti, pero aumenta mi confianza. Te amo, pero aumenta mi amor. Que sea cada vez más como Tú. María, acompáñame en este momento de oración.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: “Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas”.

Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.

Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: “Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”.

El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.

Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Quién quisiera quedar mal con sus invitados? Herodes no quería, y seguro tú tampoco hubieras querido hacerlo. Pero hay ocasiones en las que hay que elegir entre ser fiel a Jesucristo o ser fiel a tu orgullo, tu vanidad, tu imagen…

Todos hemos tomado decisiones por Jesús o contra Él. ¿Cómo quieres que sean tus decisiones hoy? ¿Por qué? ¿Qué quiere decir hoy para ti elegir a Jesús? Puedes platicar de esto con Él. Recuerda: le cuentes lo que le cuentes, Jesús te ama, te acepta y te anima a ser más auténtico, a amar más, a ser más como Él.

«Ambos, Juan y Jesús, tenían autoridad ante el pueblo, su predicación era autoritaria. Y ambos tuvieron momentos de abajarse, una depresión humana y espiritual: Jesús en el Huerto de los Olivos y Juan en prisión, tentado por la “carcoma de la duda” de si Jesús era realmente el Mesías. Ambos terminan de la manera más humillante: Jesús con la muerte en la cruz, la muerte de los más bajos criminales, terrible física y también moralmente, desnudo ante el pueblo y a su madre. Juan el Bautista decapitado en prisión por un guardia por orden de un rey debilitado por los vicios, corrompido por el capricho de una bailarina y el odio de una adúltera. El profeta, el gran profeta, el más grande hombre nacido de mujer y el Hijo de Dios han elegido el camino de la humillación. Es el camino que nos muestran y que los cristianos debemos seguir. De hecho, en las Bienaventuranzas se enfatiza que el camino es el de la humildad.»

(Homilía de S.S. Francisco, 7 de febrero de 2020, en santa Marta).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Jesús, gracias por este tiempo de oración. Tú sabes qué ha pasado en mí en este rato contigo. ¿Qué me consoló? ¿Hubo algo que me quitara la paz? Lo pongo todo en tus manos. En mí también hay deseos, temores, rechazos… Los quiero poner en tus manos, uno por uno. Jesús, gracias por amarme y aceptarme hoy, tal como soy.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a tomarme un tiempo para agradecerle a Dios que me acepta y me ama tal como soy.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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