Regnum Christi Internacional

Viernes 27 de noviembre de 2020 – Dar testimonio de la grandeza de Dios.

vivir y dar testimonio

H. Emmanuel Toro, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dame la gracia, Señor, de confiar totalmente en Ti; que Tú seas el guía de mi vida y, dando testimonio de mi vocación cristiana, me conduzcas a tu Reino.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus padres y hermanos, sus parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.
Palabra de Dios.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cristo ha dejado una huella en el mundo por la cual vivimos y somos llamados cristianos. Dios quiere que seamos sus apóstoles y compartamos a los demás lo que hemos recibido y aprendido de Él. Pero este Evangelio puede desconcertarnos y hacer surgir algunas preguntas: ¿Por qué nos perseguirán? ¿Qué hemos hecho para merecer castigo alguno? Jesús nos dice que seremos perseguidos porque nosotros, los cristianos, somos una contradicción para el mundo. Jesús quiere dar a conocer que sus seguidores serán despreciados a causa de su nombre y del estilo de vida que ha de tener un cristiano.

La vida de Jesús, en su época, contradecía el pensamiento de muchas personas, pero poco a poco sus enseñanzas dieron fruto y su testimonio generó el seguimiento de muchos; por otra parte, algunas personas no querían salir de sus ideales, por lo tanto, querían destruir las enseñanzas de Jesús. Cristo nos advierte de estos sucesos, nos pueden pasar a nosotros, para que al llegar estas tribulaciones mantengamos la confianza y los ojos fijos en Él.

¿Qué debemos hacer nosotros ahora? Debemos vivir y dar testimonio de lo grande que es nuestro Dios; mantenernos firmes en la decisión de vivir como Cristo y tener la confianza de que, al hacer su voluntad, estamos construyendo el Reino de Cristo en la sociedad, ganándonos y asegurándonos el cielo.

«Jesús quiere dar esta sabiduría en abundancia. Él recompensará ciertamente vuestra labor de sembrar semillas de curación y reconciliación en vuestras familias, comunidades y en toda la sociedad de esta nación. ¿No nos dijo él que nadie se puede resistir a su sabiduría? Su mensaje de perdón y misericordia se sirve de una lógica que no todos querrán comprender y que encontrará obstáculos. Sin embargo, su amor revelado en la cruz, en definitiva, nadie lo puede detener. Es como un GPS espiritual que nos guía de manera inexorable hacia la vida íntima de Dios y el corazón de nuestro prójimo. La Santísima Virgen María siguió a su Hijo hasta la oscura montaña del Calvario y nos acompaña en cada paso de nuestro viaje terrenal. Que ella nos obtenga la gracia de ser mensajeros de la verdadera sabiduría, profundamente misericordiosos con los necesitados, con la alegría que proviene de encontrar descanso en las heridas de Jesús, que nos amó hasta el final.»
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de noviembre de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Dar testimonio a los demás ayudándoles con mi alegría.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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