Regnum Christi Internacional

Viernes 30 de julio de 2021 – ¿Es Jesús un hombre ordinario?

escuchar la voz

Santa María de Jesús Sacramentado Venegas, virgen

H. Emmanuel Toro, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor mío y Dios mío, aumenta mi fe. Que durante este día pueda ver tu mano santificadora. Ayúdame en mi incredulidad.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58

En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: “¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?” Y se negaban a creer en él.

Entonces, Jesús les dijo: “Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa”. Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En este Evangelio se observa la mentalidad del pueblo judío en los tiempos de nuestro Señor, la cultura del desprecio, la visión del propio yo. Ante tal sabiduría y conocimiento de Jesús en su propia tierra, se le desprecia y rebaja por ser un descendiente de personas ordinarias. La atmósfera del egoísmo y la mediocridad humana opaca la grandeza y el poder divino. «y se preguntaban: ¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero?». En relación con mi vida, ¿cuántas veces pasan cosas o sucesos que afectan de buena forma mi vida y no pienso que es la mano del Señor?, ¿agradezco a Dios por las cosas que tengo, por las experiencias que vivo?

Mi vida se puede ir acostumbrando a una rutina donde poco a poco se va opacando la visión sobrenatural de la acción de Dios. Por ello, debo pedirle al Señor que me abra los ojos a su acción, que incremente en mí la fe, que no viva en la mediocridad y el desánimo, sino que trate de ver cómo Dios se manifiesta a través de los sucesos de mi vida y escuchar la voz de los profetas de hoy que claman la apertura a la gracia y el acercamiento personal con Jesús en la oración.

«El Evangelio nos presenta un cambio de sentimientos en las personas que escuchan al Señor. El cambio es dramático y nos muestra cuánto la persecución y la Cruz están ligadas al anuncio del Evangelio. La admiración que suscitan las palabras de gracia que salían de la boca de Jesús duró poco en el ánimo de la gente de Nazaret. Una frase que alguien murmuró en voz baja: “pero ¿quién es este? ¿El hijo de José?”. Esa frase se “viralizó” insidiosamente. Y todos: “pero ¿quién es este? ¿No es el hijo de José?” Se trata de una de esas frases ambiguas que se sueltan al pasar. Uno la puede usar para expresar con alegría: “Qué maravilla que alguien de origen tan humilde hable con esta autoridad”. Y otro la puede usar para decir con desprecio: “Y éste, ¿de dónde salió? ¿Quién se cree que es?”. Si nos fijamos bien, la frase se repite cuando los apóstoles, el día de Pentecostés, llenos del Espíritu Santo comienzan a predicar el Evangelio. Alguien dijo: “¿Acaso no son Galileos todos estos que están hablando?”. Y mientras algunos recibieron la Palabra, otros los dieron por borrachos.»

(Homilía de S.S. Francisco, 1 de abril de 2021).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Daré gracias a Dios al final del día por las experiencias recibidas.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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